Tiempo para jugar
DecÃamos en uno de los conversatorios de Campo de Juego, citando a Estanislao Zuleta, que nuestro sistema educativo nos acostumbró a pensar en dos momentos distintos y distantes para la escuela: uno aburridor, rutinario y obligatorio: la clase; y otro amable, disfrutable y lleno de libertad: el recreo. ProponÃamos entonces romper con la falsa dicotomÃa y utilizar el juego como herramienta pedagógica para reconocer que en el aprendizaje debe haber disfrute y aventura. En eso se condensa la invitación a la doble exposición que está habilitada en la Sala U, bloque 24, Facultad de Arquitectura.
Campo de Juego y Vivienda Rural son la demostración pragmática de que se pueden abordar temas profundos, complejos y llenos de variables a partir del juego. Es un recorrido que avanza desde la forma de habitar los espacios, teniendo en cuenta las variables climáticas, la cultura, los sueños compartidos; hasta la manera de habitar la lúdica y el ejercicio mismo del pensamiento. Un trayecto que nos invita a soñar con formas constructivas pensadas e innovadoras, pero que también nos desafÃa a desarrollar habilidades de trabajo en equipo, a interpretar instrucciones, a seguir reglas, a buscar soluciones.
Para ganar el juego hay que entenderlo, conocer y acatar las reglas, buscar los mejores procedimientos. Seguramente habrá que medirse con otro o con otros, pero el juego también estimula la creatividad, la solidaridad, la capacidad de emulación y, por supuesto, la curiosidad, el interés, el disfrute. El juego en sà mismo, por diversión y uso del tiempo libre tiene ventajas indudables para la elaboración de la estructura del pensamiento y la construcción de valores; pero el juego intencionado es una poderosa herramienta para formar valores y desarrollar destrezas.
Es claro que, como toda actividad humana, el juego puede generar dependencias y convertirse en vicio, puede caerse en la tentación de creer que todo es un juego, de gamificarlo todo, incluso pudiera ser que alimente la frustración al fracaso en alguna oportunidad o que se pretenda hacer más énfasis en el resultado que en el proceso. Pero, puestos esos y otros riesgos en una balanza, es casi seguro que son más las ventajas y oportunidades que presenta el juego como herramienta de pedagogÃa que anima a pensar, a buscar, a explorar.
Quienes han visitado Campo de Juego y Vivienda Rural habrán evidenciado que vale la pena regresar, volver a jugar. Quienes no lo han hecho, tienen oportunidad hasta el 30 de agosto en sala U. Seguramente no se arrepentirán, aunque pudiera ser que echaran en falta algún juego, alguna actividad. Si es asÃ, nos gustarÃa saber, poder construir sobre lo que hemos logrado y seguir aumentando la capacidad de juego y de reflexión frente a él.
En esta doble exposición nos encontramos y sumamos energÃa y propósitos, las Facultades de Minas y Arquitectura, la Dirección Académica, la Dirección de Investigación y Extensión, la División de Bibliotecas, el Aula Taller ArquÃmedes, la Sección de Deportes y la Red Cultural UNAL. Lo más importante, nos encontramos con una comunidad académica que entiende que lo único que no podemos hacer es abandonar el placer de construir y de tejer unidos nuevas rutas de aprendizaje y de disfrute del saber.