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[DIÁLOGOS]


 

11 de agosto de 2021 

 

Aún recuerdo  ese jueves 12 de marzo del año 2020, estábamos en la oficina, y en  las redes sociales empezaron a correr los rumores de la suspensión de la realización de actividades masivas pues era inminente la presencia del Covid 19 en nuestra ciudad. Todo parecía como una película de suspenso,  en la que no había comprensión de lo que realmente estaba sucediendo.

Horas más tarde, llegarían también los anuncios de la Universidad,  en los  que se hacía la recomendación de suspender los eventos, reuniones, o demás asuntos que significaran aglomeración de personas.

El panorama seguía siendo confuso, y a nuestra  mente llegó la pregunta ¿y el Festival de la Canción?, teníamos el viernes 13 de marzo la realización de este evento, ¿qué hacemos?, cancelarlo no era una opción, pues este evento era el de 2019, que no habíamos podido realizar por el paro. Entre todos tomamos la decisión de hacerlo en “El Galpón” (Bloque 05) Campus del Río. Con gran improvisación decidimos hacer la transmisión  del evento por las redes sociales de Bienestar Universitario, estábamos tristes pues tuvimos que desarrollar el evento a puerta cerrada, y estábamos lejos de imaginar que ese sería el día a día de los meses siguientes.

El evento terminó, hicimos la premiación, cerramos las puertas y caminamos a nuestras casas con la incertidumbre de no saber lo que vendría.

Ese día nos fuimos lejos, de ese espacio universitario en el que administrativos, docentes, y estudiantes compartíamos el día a día. Lo que había significado la Universidad hasta ese entonces, se quedaba guardada: sus campus verdes, sus generosos espacios deportivos, los viernes  de “El Cuentacho”, las conversaciones con los amigos en cada rincón de la universidad, las loras con su ruidoso pasar en las mañanas, los gatos, los zorros y hasta las zarigüeyas. Cerramos los ojos y todo cambió.

Cuando volvimos  a abrirlos,  la Universidad seguía, ya no solo en el espacio físico, que aún extrañamos y añoramos, sino que estaba en la vida, en los corazones y en  la conexión wifi de todos.

Las redes sociales ahora eran el lugar de encuentro, el sitio donde estábamos para tomarnos un café  desde la casa y ver el nombre de otros como si fueran los ojos que se encuentran en El Ágora. Nuestro nuevo lugar de trabajo, en el que seguimos con la responsabilidad de mantener viva la Universidad. Con apenas unas semanas de ese nuevo escenario,  empezamos a entender que la “U”, lo que concebimos de ella, es la construcción de todo lo que somos  y que hacemos desde donde estamos, sin  importar los kilómetros de distancia que nos separan de ella.

La Universidad se volvió la casa, y la casa la Universidad, y fue en ese momento en el que comprendimos con mayor dimensión que nuestra Universidad es Nacional y está en todas las partes de nuestro territorio colombiano, y que la Sede Medellín ahora podía estar en el corazón de un nariñense, o en la mirada de un guajiro, o en los pasos de baile de un llanero. Todos allí desde sus territorios tratando de preservar y conectando con lo que es su Universidad.

Y así la vida de este último año y medio, nos ha enseñado que la Universidad somos todos, que la Universidad está en todas partes, y que todo lo que hemos construido desde el encuentro y la cotidianidad, que se convirtieron en la cultura del día a día, siguen vigentes, en esas letras que conforman un nombre, que nos identifican y nos hacen pertenecer a algo,  UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA.

Los espacios virtuales construidos desde cada una de las acciones de las dependencias y facultades de la Universidad, han hecho posible que sigamos vivos, que sigamos entendiendo el poder de lo que significa pertenecer y estar en la mejor universidad pública del país.

Los retos han sido enormes, pero mantener los espacios, seguir evidenciando lo que desde allí se ha construido desde el arte y la cultura como Sección de Cultura de Bienestar Universitario, nos motiva a seguir el camino. Para muchos en estos tiempos difíciles, cambiantes y de incertidumbres, no importa si el campus es virtual o físico, lo que importa es seguir manteniendo esa conexión con la Universidad y con la familia que allí se ha construido.

Aquí seguimos, recorriendo los campus físicos, deshabitados, que piden a gritos los encuentros, los bailes, los cantos, los cuentos, las obras… pero construyendo otro tipo de encuentros para mantener viva la Universidad que  a su vez nos mantiene viva nuestra existencia.

 

Adriana Giraldo Zuluaga

Jefa de la Sección de Cultura

Bienestar Universitario